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Resumen:
Comparto mi historia cuando confirmé la razón de mi trayectoria y el llamado a hacer el cambio. Durante una visita a un parque con mi hija, conocí a una madre cubana aproximadamente 60 años y a una hija de más o menos 30 años. La señora me preguntó cuándo intentaría tener un hermano para mi hija, lo que dio lugar a una conversación sobre la infertilidad y la perimenopausia. Les expliqué los desafíos que enfrentan las mujeres después de los 35, como la disminución de la calidad de los óvulos y síntomas como sofocos, cambios de humor y ansiedad. Le explique lo importante que es compartir nuestras experiencias para normalizar estos cambios y animar a las mujeres a hablar sobre su experiencia.
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Me tomé un descanso del trabajo por motivos de salud mental, y durante ese tiempo pude abrir los ojos y el corazón y ver mi destino. Mientras esperaba en la fila para una actividad, conocí a una madre cubana y a su hija 35 años o más. Mientras esperábamos, la madre me preguntó: «¿Qué esperas para tener tu segundo hijo?».
Respiré hondo y su hija se dio cuenta de que esa no era la pregunta apropiada. Después de mi segundo respiro, compartí con ella mi experiencia. Le dije: «Dios te bendiga por esa pregunta, pero te diré que lo he intentado y lo he intentado con todas mis fuerzas, y desafortunadamente, no estaba destinado a serlo. Y te explicaré por qué. Le expliqué que las mujeres pasan por muchas cosas después de los 35, y una de ellas es que la calidad de nuestros óvulos se ve comprometida. Así que, básicamente, desafortunadamente, no pude hacerlo porque no era el momento adecuado. Le pregunté a la señora si alguna vez había hablado con su hija sobre la perimenopausia. La señora me miró a la cara y me dijo algo así como: «¿Qué es eso?». Así que me dirigí a su hija y le dije: «Te voy a dar el mejor consejo del mundo. Cuando una mujer llega a los 35, su cuerpo y su salud empiezan a cambiar». Le expliqué los sofocos, el insomnio, la caída del cabello, la sensación de que la gente no me entendería, los cambios de humor y otros síntomas.
Me di cuenta, mientras hablaba con la joven, de que su madre se acertaba con su cabeza. Entonces me volví hacia ella y le dije: «¿Sabes qué? Te estás acertando porque ahora mismo te acabo de dar la respuesta que querías hace 20 años. Te acabo de contar lo que estabas pasando hace 20 años, y creías que estabas enferma, o que te estabas volviendo loca». Y luego añadí: este es mi consejo: debes compartir esa información con tu hija, porque ella no puede sentirse igual que tú hace 20 años.
La perimenopausia es algo normal. La veo como un gran cambio que experimentan las mujeres, como cuando nos llega el periodo por primera vez. Es lo mismo. Después de ver la película Inside Out, me di cuenta de que, como mujeres, pasamos por este cambio cuando entramos en la pubertad por primera vez, cuando nos viene la regla por primera vez. Es duro. Pasamos por todos esos sentimientos, los cambios de humor, la ira, el olor… Y luego, cuando nuestro cuerpo entra en la transición a la menopausia, o cuando la reserva de óvulos empieza a disminuir, cuando nuestro reloj de fertilidad se acerca a su final, nuestro sistema reproductivo intenta detenerse. Ahí es cuando pasamos por un nuevo cambio, y es un poco más intenso.
Por qué escuchamos más sobre la perimenopausia, ahora las redes sociales son más abiertas y concientizan. Las mujeres no temen compartir información con las personas adecuadas. Las redes sociales e internet han sido una gran ayuda en esto, porque antes era imposible saber por lo que estaba pasando esa mujer de la India. En aquel entonces, desconocíamos que en Austria había una mujer que estaba pasando por todo esto en silencio. Al final, compartir es poder. No tengan miedo de hablar. No tengan miedo de decir «Lo siento, pero no puedo hacerlo ahora. Estoy pasando por un cambio de humor o un sofoco». Normalicémoslo. Llevemos nuestro conocimiento para que las mujeres no se sientan sola; eduquemos a nuestros hijos para que apoyen a sus parejas y seres queridos durante este proceso.
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